Sin duda respondería a esta pregunta de la siguiente manera: Las mejores técnicas de entrenamiento son aquellas que…
- Están alineadas con tus objetivos
- Te permiten avanzar siempre sin estancarte
- Son variadas
- Te permiten avanzar sin lesionarte
- No son monótonas ni aburridas
- Se adaptan a tu estilo de vida
Pero, antes de que vayamos a hablar de cada una, me gustaria explicarte, ¿qué es el entrenamiento y qué tipos de entrenamiento hay?
El entrenamiento o ejercicio físico programado, es toda aquella actividad física (movimiento en el que se involucra el cuerpo y se utilizan los sistemas de energía del mismo) realizada de forma voluntaria y estructurada, con el fin de alcanzar un objetivo concreto.
Entrenar, explicado de una forma más sencilla, podríamos decir que es aquello que te acerca a tus objetivos mediante la exposición del cuerpo a un esfuerzo programado progresivamente más intenso, para el que el mismo aún no está preparado, con el fin de que se adapte a este nuevo estímulo, y consiga ser mejor cada vez.
Hay miles de fines, en mi caso, estos son los que abarco en mi blog: capacidad física, salud y estética. Y hay tantos tipos de entrenamiento como fines queramos alcanzar.
Dentro de cada uno de estos apartados, podría extenderme todo lo que quisiera, y tiene unos factores muy específicos, pero, si de verdad quieres mejorar de forma constante, disfrutando por el camino y convirtiendo el entrenamiento en un hábito en tu vida y sin lesionarte, te aconsejo que sigas principios en vez de que te ciñas a unos tipos de entrenamientos, rutinas o técnicas específicas ya existentes.
Si aprendes a usar los principios de entrenamiento que te voy a enumerar a continuación, nunca más necesitarás descargarte o pedir una rutina de entrenamiento a nadie y podrás ser tu propio entrenador:
1. Elige un entrenamiento que esté alineado con tus objetivos

Como ya sabrás si lees mis artículos y me sigues en redes sociales, no paro de repetir lo importante que es que tengas claro aquello que quieres conseguir. Esto, a la hora de crear tu entrenamiento será crucial.
Aunque el entrenamiento pueda ser similar, no será el mismo si quieres ser más flexible, que si quieres perder grasa, que si quieres tener un brazo o un glúteo más grandes, que si quieres dejar de tener diabetes.
Define lo que quieres y escoge el entrenamiento que mejor se ajuste a tus objetivos.
2. Sé consciente de que debes esforzarte cada vez un poco más

Conozco muchas personas que siempre que las veo están usando los mismos ejercicios, durante las mismas series y repeticiones y con los mismos pesos. Si haces lo de siempre, no esperes conseguir resultados nuevos.
Como he escrito en la introducción, entrenar es forzar al cuerpo para que se adapte y mejore. Si no le das al organismo un estímulo superior, nunca seguirá adaptándose y se estancará.
Además, seguir progresando, aparte de hacer que tu cuerpo se vea cada vez mejor, hará que tu mente sea cada vez más fuerte y sea capaz de resistir incomodidades mayores y te mantendrá motivado.
También hay que tener en cuenta una cosa, y es que no es una buena idea que empieces dándolo todo, pasando de 0 a 100, porque, aparte de que te puedes lesionar o tener unas agujetas que no te dejarán moverte en varios días, puedes llegar a aborrecer el entrenamiento y dejarlo.
Aprovecha cada fase de mejora sin precipitarte. Si empiezas muy intenso, vas a desaprovechar un rango de adaptación que te podría haber permitido avanzar prácticamente añadiendo un poco más de intensidad respecto al entrenamiento anterior, sin excesos ni sufrimiento innecesario.
Ejemplo visual: ¿Cómo es más fácil partir un tronco, con golpes contundentes, pero sobre todo constantes, o con un golpe realizado con la máxima fuerza posible y que quizás no te permita seguir golpeando?
3. Dale variedad a tu cuerpo

A pesar de que debes adaptar el entrenamiento a tus objetivos, algo que te recomiendo, si lo que quieres es tener un cuerpo armónico y equilibrado, es que entrenes con variedad de ejercicios y movimientos distintos.
No hagas siempre entrenamiento de fuerza por ejemplo con máquinas, usa también barras, mancuernas, poleas, gomas, discos, tu propio peso corporal… a esto me refiero.
Además, seguro que te parece más entretenido el entrenamiento, y tu cuerpo mejora de forma más rápida.
Nota: No confundas esto con tener que cambiar de ejercicios cada día. Hay patrones de movimiento complejos, como la sentadilla o el peso muerto, que requieren de meses de práctica para realizarlos correctamente. Si no practicas algunos ejercicios de forma constante, nunca mejorarás en ellos.
4. No hagas cosas que puedan hacer que empeores

Si no sabes realizar correctamente algún tipo de ejercicio, ya sea de fuerza o de trabajo cardiovascular o de lo que sea, mejor que no lo hagas.
Muchas veces el remedio es peor que la enfermedad. Estoy cansado de ver gente hacer ejercicio de manera incorrecta en el gimnasio y, a pesar de que seguramente tienen mejor cuerpo que alguien que no entrene, su riesgo de lesionarse gravemente, a corto o largo plazo, es mayor que el beneficio que están extrayendo de algunos de los ejercicios que realizan.
Si no sabes cómo se hace algo en concreto, pide consejo a un profesional o grábate y analiza tu técnica apoyándote en vídeos o libros que hablen sobre el tema.
5. Crea una rutina que disfrutes hacer

No hay ejercicios mejores ni peores, si realmente hay ejercicios que te encanta hacer, ¡diseña una rutina que los incorpore en su mayoría!
No te obligues a hacer lo que no te gusta. Ya sabes que para mejorar debes exponerte a la incomodidad progresivamente, y que deberás adaptar el entrenamiento a tus objetivos y a tu estilo de vida, pero, dentro de este margen, tú eliges siempre lo que vas a hacer.
Que no te diga nadie que la sentadilla es mejor que la prensa, o que andar es mejor que correr. Todos los ejercicios son herramientas, piezas de un puzle que debes de saber montar para alcanzar tus objetivos, teniendo en cuenta el punto desde el que partes a nivel físico y mental.
Además, nadie ha dicho que hacer ejercicio sea monótono. Encuentra la forma de disfrutar más de tu entrenamiento: ponte música, entrena con amigos o adapta los ejercicios para que tengan mayor componente más lúdico o competitivo (con esto entenderás porqué el crossfit ha tenido tanto éxito, a pesar de sus riesgos).
6. Adapta el entrenamiento a tu vida, nunca al revés

Existen dos extremos cuando hablamos de personas que quieren mejorar su cuerpo:
– Las que se quedan cortas y no son disciplinadas ni constantes
– Las que se exceden y pierden su vida detrás de mejorar su cuerpo.
No seas ninguna de ellas. Adapta el entrenamiento y la alimentación a tu vida. No busques rutinas perfectas ni tomes ejercicios o alimentos como el santo grial. El mejor entrenamiento será el que se adapte a tus horarios de trabajo, a tus preferencias y a tus sensaciones físicas y emocionales diarias y puedas realizar de forma constante en el tiempo.
Está genial que organices tu semana de entrenamientos como dice la ciencia o el influencer de turno que hay que hacerlo pero… ¿de qué te sirve una rutina perfecta que vas a dejar olvidada en la mesa del comedor, de lo mucho que te cuesta adherirte a ella?
Hazte mejor una rutina que te permita ser constante y disfrutar de lo que haces, porque sino, te aseguro que terminarás abandonando y realizando miles de intentos, pero sin conseguir ningún cambio de verdad en tu cuerpo.
Y, sobre todo, disfruta. Encuentra la forma de ser disciplinado pero flexible a la vez.
Cuando encuentres la forma de poner en práctica todos estos principios, tendrás tu rutina perfecta.